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Persistencia del conducto arterioso de Botallo

La persistencia del conducto arterioso de Botallo (PDA) es una malformación congénita caracterizada por la falta de cierre del conducto arterioso, una estructura vascular fetal que conecta la arteria pulmonar con la aorta descendente. En el neonato sano, el conducto se cierra espontáneamente en las primeras horas o días de vida. Si permanece abierto, permite el paso anómalo de sangre oxigenada desde la aorta hacia la circulación pulmonar, provocando un cortocircuito izquierda-derecha. Esta condición ocasiona una sobrecarga de volumen en las cavidades izquierdas del corazón y en los pulmones, con riesgo de complicaciones si no se trata adecuadamente.


La persistencia del conducto arterioso representa aproximadamente el 5-10% de las cardiopatías congénitas, con una prevalencia más elevada en neonatos prematuros. En niños nacidos a término, la prevalencia estimada es de alrededor de 1 caso por cada 2000 nacidos vivos, mientras que en prematuros con peso inferior a 1000 gramos puede alcanzar el 30-60%.

Etiología

El cierre fisiológico del conducto arterioso normalmente ocurre a través de dos mecanismos: la contracción funcional de las células musculares lisas ductales mediada por el aumento de la presión arterial y la disminución de las prostaglandinas, seguida por el remodelado anatómico con obliteración fibrosa. Una interrupción de estos procesos puede resultar en persistencia del conducto arterioso.


Las principales causas de PDA incluyen:


Algunos medicamentos maternos, como los inhibidores de prostaglandinas (por ejemplo, AINEs) tomados durante el embarazo tardío, pueden afectar el destino del conducto arterioso, aunque más frecuentemente inducen su cierre precoz que su persistencia.

Patogenia y fisiopatología

En el feto, el conducto arterioso representa una estructura vital que permite que la sangre evite pasar por los pulmones no funcionales. Al nacimiento, con el inicio de la respiración, el rápido aumento de la presión arterial sistémica y la disminución de las resistencias pulmonares desencadenan el cierre funcional del conducto. Si este proceso falla, la sangre oxigenada de la aorta se desvía hacia la arteria pulmonar, generando un cortocircuito izquierda-derecha.


La persistencia del cortocircuito provoca:


La gravedad del impacto hemodinámico depende principalmente del diámetro del conducto y de la diferencia de presión entre la aorta y la arteria pulmonar. Conductos pequeños pueden ser hemodinámicamente insignificantes, mientras que conductos grandes provocan rápidamente insuficiencia cardíaca congestiva e hipoxemia.

Factores de riesgo y prevención

La persistencia del conducto arterioso es una patología congénita cuya aparición está favorecida por diversos factores de riesgo. Aunque suele ser un evento esporádico, ciertas condiciones aumentan notablemente su probabilidad de presentación.


Entre los principales factores predisponentes se encuentran:


La prevención primaria se basa en una gestión óptima del embarazo, prevención de infecciones congénitas (especialmente mediante vacunación contra la rubéola) y cuidados neonatales especializados, sobre todo en prematuros. Sin embargo, a pesar de las estrategias preventivas, muchos casos de PDA ocurren sin factores de riesgo modificables evidentes.

Manifestaciones clínicas

El cuadro clínico de la persistencia del conducto arterioso varía ampliamente según el tamaño del conducto y la magnitud del cortocircuito. Las PDA pequeñas pueden permanecer asintomáticas de por vida, mientras que conductos grandes causan síntomas en las primeras semanas de vida.

Anamnesis y síntomas

En neonatos y lactantes con PDA hemodinámicamente significativa, la anamnesis puede revelar:


En adultos con PDA pequeña no tratada, el hallazgo puede ser incidental o producirse a raíz de síntomas como fatiga, disnea de esfuerzo o endocarditis infecciosa.

Examen físico

El examen físico en pacientes con PDA significativa revela clásicamente un soplo continuo ("como una máquina de coser") audible mejor en la región infraclavicular izquierda, persistente durante toda la sístole y diástole. Este soplo deriva del flujo continuo de sangre a través del conducto, mantenido por el gradiente de presión persistente entre la aorta y la arteria pulmonar.


Otros signos físicos incluyen:

Diagnóstico

Sospecha clínica

La sospecha de PDA debe surgir ante la presencia de un soplo continuo característico, junto con signos clínicos de sobrecarga hemodinámica, especialmente en neonatos y prematuros. La amplitud de la presión diferencial es otro indicio sugestivo.

Ecocardiografía

La ecocardiografía transtorácica con Doppler es la técnica de referencia. Permite visualizar directamente el conducto, documentar el flujo de cortocircuito y evaluar el grado de sobrecarga de las cavidades izquierdas. El ecocardiograma Doppler-color revela un flujo turbulento continuo desde la aorta hacia la arteria pulmonar.


En neonatos prematuros, el seguimiento ecocardiográfico seriado se utiliza para monitorizar la evolución del conducto y guiar la decisión terapéutica.

Otras técnicas diagnósticas

En casos seleccionados, la resonancia magnética cardíaca puede proporcionar una evaluación detallada de los volúmenes ventriculares y del flujo del cortocircuito. El cateterismo cardíaco es hoy en día raramente necesario para el diagnóstico, aunque puede ser útil antes del cierre percutáneo en pacientes de mayor edad.

Secuencia diagnóstica

La secuencia lógica incluye: sospecha clínica basada en el soplo continuo y signos de sobrecarga; confirmación mediante ecocardiografía transtorácica; profundización mediante métodos avanzados en casos complejos o cuando se planifica un tratamiento específico.

Tratamiento

El manejo terapéutico de la persistencia del conducto arterioso depende de la edad del paciente, el tamaño del conducto y el impacto hemodinámico. En neonatos prematuros, el objetivo es evitar las complicaciones de la hipervolemia pulmonar y la insuficiencia cardíaca, mientras que en niños mayores y adultos el objetivo es prevenir la hipertensión pulmonar y la endocarditis infecciosa.


Las opciones terapéuticas incluyen:

Tratamiento farmacológico

En neonatos prematuros, el intento inicial de cierre farmacológico del conducto se realiza mediante administración de inhibidores de prostaglandinas (indometacina o ibuprofeno). Estos fármacos favorecen la contracción del conducto y su cierre funcional. Recientemente, el paracetamol ha surgido como una alternativa con un perfil de seguridad favorable.


El tratamiento farmacológico es menos eficaz en neonatos a término y en niños mayores, donde generalmente se prefiere el cierre intervencionista.

Cierre percutáneo

El cierre percutáneo mediante dispositivos oclusores constituye actualmente la primera opción terapéutica en la mayoría de pacientes con PDA hemodinámicamente significativa. La intervención se realiza bajo anestesia general o sedación consciente, mediante acceso venoso femoral, posicionando el dispositivo a través del conducto.


Las tasas de éxito son muy altas, superiores al 95%, con una incidencia de complicaciones muy baja.

Cirugía

El cierre quirúrgico mediante ligadura o sección del conducto está reservado para casos donde la técnica percutánea no es factible, como en neonatos de muy bajo peso o conductos de anatomía compleja. La cirugía se realiza mediante toracotomía izquierda y ofrece excelentes resultados a largo plazo.

Pronóstico

El pronóstico de los pacientes con persistencia del conducto arterioso corregida precozmente es excelente. Los niños tratados en los primeros meses de vida presentan normalización completa de la hemodinámica cardíaca, sin impacto sobre la calidad o la expectativa de vida.


En los casos no tratados, el riesgo de complicaciones aumenta progresivamente con la edad, especialmente por el desarrollo de hipertensión pulmonar, insuficiencia cardíaca y endocarditis infecciosa.

Complicaciones

Las principales complicaciones asociadas a la persistencia del conducto arterioso no tratado incluyen:


Un diagnóstico precoz y un tratamiento oportuno son esenciales para prevenir estas graves complicaciones y garantizar un pronóstico óptimo.

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